29.6.05

Garantías en la venta de bienes de consumo

Digan lo que digan en los telediarios de Antena 3, esto de Internet es el mejor invento de la historia.


No es la primera vez que, gracias a la información que haya podido encontrar en Internet, consigo evitar que me tomen el pelo.


Resulta que a mi madre se le ha estropeado la tele que tiene en el pueblo. El botón de encendido/apagado se engancha, y es imposible apagarla si no es desenchufando la alimentación (sí, con el mando a distancia también se puede, pero sigue en "stand by", y por tanto consumiendo electricidad).


La tele, una Panasonic de 30 pulgadas con pantalla panorámica (muy chula, la verdad sea dicha) la compramos a principios de diciembre del año pasado. Es decir, sigue en garantía (el período de garantía es, por ley, de 2 años mínimo en bienes de consumo nuevos).


Pues bien, mi madre ha llamado al centro comercial Urende, en Córdoba, donde compramos la tele. Les ha comentado el problema, y le han dicho que tiene que dirigirse al servicio técnico de Panasonic.


Llama a Panasonic, y allí le dicen que vale, que se la arreglan, pero que ellos del transporte no quieren saber nada. Es decir, que se las apañe para llevarles la tele. El caso es que no nos han dicho que nos cobrarían el transporte: simplemente que ellos NO piensan desplazarse al pueblo a recogerla. Hay que decir que desde el pueblo de mi madre hasta Córdoba hay unos cuarenta kilómetros.


Con tal de ahorrarse problemas, mi madre estaba dispuesta a llevar la tele en el maletero del coche, pero el caso es que no cabe. El trasto es un mamotreto enorme, pesa una burrada y la verdad es que una persona sola no puede transportarla.


Mi madre me ha llamado desesperada y, en la ignorancia supina que me caracteriza, le he sugerido que no tendría más remedio que contratar a una empresa de transportes para que lleven la tele al SAT Panasonic de Córdoba. En la web de Seur he visto que el envío nos salía por unos 60 euros "ida y vuelta".


Ya me diréis qué gracia tiene que no haya expirado aún el período de garantía, si el transporte te cuesta una pasta.


Qué indefenso está el consumidor...


Un momento... ¿indefenso? ¡Pero si tenemos intenné, hombreeee!


Dicho y hecho. Abro "Google", busco un poquillo y... ¡bingo! He aquí el documento salvador: Ley de garantías en la venta de bienes de consumo. También está el texto íntegro de la ley en el BOE.


Citando el artículo 6, apartado "a" de la mencionada Ley:


[La reparación y la sustitución] serán gratuitas para el consumidor. Dicha gratuidad comprenderá los gastos necesarios realizados para subsanar la falta de conformidad de los bienes con el contrato, ESPECIALMENTE LOS GASTOS DE ENVÍO, así como los costes relacionados con la mano de obra y los materiales.

Una cosa está clara: los del SAT de Panasonic están intentando engañar a mi madre. Ahora mi duda es ¿la están engañando también en Urende? es decir, ¿tiene razón Urende en redirigir al cliente a Panasonic? Me he leído la ley "de pe a pa" (son sólo 5 páginas), y no he podido aclarar esta duda (se marea un poco la perdiz entre los artículos 4 y 10). Nada, nada: una llamadita al Instituto Nacional de Consumo, y seguro que me lo aclaran.


La reflexión que yo quería hacer es que, hace unos años, cuando Internet era poco menos que un coto privado de unos pocos privilegiados, el acceso al texto de dicha ley hubiera me hubiera sido prácticamente imposible (y hubiera pasado por perder una tarde en la biblioteca, sin saber ni siquiera por dónde empezar a buscar). Resultado: cliente puteado, Seur un poco más ricos y los de Panasonic tocándose las bolas.


De aquí a pocos días me voy de vacaciones, y me temo que no me voy a aburrir. Ya os contaré si es necesario que lleve las cosas a la Oficina de Defensa del Consumidor.

8.6.05

Tiendas online que utilizan tus datos para cobrarte más

Hace tiempo que se conocen algunos métodos que utilizan las tiendas on-line para personalizar el servicio a sus clientes. Quien más o quien menos sabe para qué sirven las cookies que se guardan en nuestro navegador, y qué beneficios y riesgos de privacidad traen consigo.

Lo que se ha confirmado ahora es que todos estos métodos van un poco más allá de lo que sería deseable para el usuario.

Imaginemos la siguiente situación. Pongamos que yo quiero comprarme La sombra del viento (gran libro, por cierto), y que voy buscando por internet para ver dónde lo venden más barato. Llego a la web "comparaprecios.com" (no la probéis, que no existe), donde puedo ver cuánto vale el libro en diferentes tiendas on-line. Me dice que en la web "Librerías Manolito Online" es donde lo venden más barato, en concreto por 20 euros.

El caso es que el precio que me muestra no es real. En realidad, en Manolito Online han bajado el precio a 15 euros desde hace unas semanas (aunque en principio yo sólo conozco el precio que me han dicho los de "comparaprecios.com", y aún así estoy dispuesto a comprarlo allí, ya que me han hecho pensar que allí es más barato).

Bien, me voy a comprarlo a la web de Manolito. Abro su web con mi navegador y busco el libro.

La web de Manolito recibe la consulta de mi navegador, pero los muy cucos, antes de mostrarme el precio actual (15 euros), con lo que me alegrarían la vida sobremanera, hacen el siguiente paripé: envían una consulta a "comparaprecios.com", con quienes tienen un convenio comercial (aunque eso la gente no lo sabe), y les preguntan "¿habéis recibido una consulta de precios de La sombra del viento desde tal dirección IP, desde hace como mucho 10 minutos?

En caso de que "comparaprecios.com" les responda que NO, los Manolitos me mostrarían el precio actual al que venden el libro, 15 euros. Pero si "comparaprecios.com" les dice que SÍ (como sería el caso), entonces me muestran AQUEL precio: 20 euros.

Fijaos que, para que este sistema funcione, no es necesario que el cliente se haya registrado en ninguna de las dos webs, y tampoco es necesario que tenga habilitadas las cookies en su navegador.

Por lo visto a esto lo llaman personalización de precios.

Lo vi en Boing-Boing.

6.6.05

Soy un "Picateclas"

Cuando estudiaba en la FIB hice la práctica de PP (Proyecto de Programación) entre otros con mi amigo Javi. Recuerdo que, cuando estábamos terminando, tras dos noches sin dormir, escribiendo código Eiffel, Javi dejó caer la frase lapidaria: "A Dios pongo por testigo que, cuando termine la carrera, no volveré a escribir una sola línea de código" (bueno, más o menos dijo eso... el toque literario lo he puesto yo).


El caso es que a mí siempre me ha gustado "picar código", como solemos llamarlo los informáticos. Algunos compañeros de facultad piensan que esto de "picar código" es algo así como si un arquitecto se rebajase a preparar mezcla y poner ladrillos, como si ese trabajo tuviera algo de degradante.


Hoy, he encontrado un artículo de Navegapolis donde se cita el siguiente texto, que define a la perfección lo que uno puede llegar a sentir cuando por fin consigue que aquel rompecabezas funcione por fin:

¿Por qué es divertido programar?. ¿Qué beneficios esperan obtener los programadores?


Primero, por el placer de construir cosas. Al construir cosas, los adultos experimentan el mismo placer que los niños al jugar con el barro, especialmente si construyen cosas que ellos mismos han diseñado.


Segundo, por el placer de hacer cosas que puedan resultar útiles a otras personas. En realidad lo que persiguen es que otros usen su trabajo y lo encuentren útil.


Tercero, por la fascinación de ver trabajar sistemas complejos, que asemejan rompecabezas en los que se integran diferentes piezas y partes móviles, que interactúan entre sí para llevar a cabo las funciones que inicialmente se han previsto.


Cuarto, por el placer de estar siempre aprendiendo al trabajar cada vez en proyectos de características diferentes.


Y por último, por el placer de construir con un material tan maleable y tan etéreo. El trabajo del programador, como el del poeta, se construye de forma sutil desde la materia pura de su pensamiento. Puede construir castillos en el aire, sólo con el esfuerzo de su imaginación. Pocos medios de creación son tan flexibles, tan limpios y fáciles de remodelar, para desarrollar complejas estructuras conceptuales.

Frederick P. Brooks.



Sí señor. Precisamente por eso me gusta ser un picateclas.