18.12.06

Noche de reyes

Pues fíjate tú: así, como quien no quiere la cosa, Las cosas de Lillo cumple hoy dos añitos. Y sumando.

Para celebrarlo, hoy no voy a escribir un post "quejica", ni echaré la vista atrás, como hice cuando cumplimos un añito, ni me excusaré por haber reducido el ritmo de actualización del blog.

Qué tal si os hablo de los reyes magos.

El regalo de reyes que más ilusión me hizo de pequeño fue el CineExín (otro que me encantó fue el Tente, aunque ese no me lo trajeron los reyes, sino que me lo regaló mi madre por mi sexto cumpleaños). Calculo que yo debía tener cuatro o cinco años, y recuerdo perfectamente (insisto: ¡perfectamente!) que me desperté nervioso y sobresaltado cuando aún era de noche (tuve que encender la luz, porque no se veía un carajo), y ahí estaba: esa caja azul de cartón (ver foto), con dibujo gigante del ratón Mickey, y cuya tapa, una vez abierta, hacía las veces de pantalla (también servía la pared, donde además se podía aumentar el tamaño de la imagen simplemente alejándote de ella... cosa de magia para un niño de cuatro años).



De regalo los CineExín traían dos películas (luego podías comprar películas sueltas). A mí me venía una de Popeye (por mí estupendo: Popeye eran mis dibujos favoritos por aquel entonces) y otra del pato Donald. El CineExín era un juguete complicado para un niño de mi edad: ni siquiera sabía poner o cambiar las películas, con lo que traía a mi madre frita pidiéndole que me cambiara la cinta cada dos por tres. Hay que decir que unos años después salió el "super" CineExín, de color azul, con películas en formato cartucho mucho más fáciles de intercambiar. Pero claro, ya no tenía el encanto que tenía el original de color butano, donde había que insertar el rollo de celuloide en la carcasa del proyector y luego pasar la película por las guías correspondientes.

Parece mentira lo que me entretuve con el dichoso cacharro. Algo tendría que ver, supongo, el hecho de que, por aquel entonces, a mí los reyes normalmente me traían un solo juguete (bueno, y la típica bolsa con chucherías, carbón dulce y paquete de cigarrillos de chocolate incluído). Es que «eran reyes pobres», me decía mi madre. Tengo la ligera sospecha, no obstante, de que aquellos reyes se pasaron varios meses ahorrando para poderme traer un juguete que apenas se podían permitir. Algún día, si me los encuentro entrando por la ventana, cuando vengan a traerle los regalos a mis hijos, no olvidaré darles las gracias.

Fuente de la foto: esta página.

10.12.06

Haciendo sábado

El señor Blogger ha tenido a bien concedernos el privilegio de migrar nuestro blog a la nueva versión de su sistema de gestión de blogs, así que puede que veáis cosas raras los próximos días. No os preocupéis: eso es que estoy cacharreando con las nuevas features del animalito, y de paso aprovecho para limpiar un poco la plantilla del blog.

Cosas de informáticos. Ya sabéis.