11.10.07

Descuadre


Me acaba de pasar algo curioso. Hace un rato he ido a la caja de ahorros a sacar pasta para pagar unas reformas que hemos hecho en la comunidad de vecinos (este año soy el presidente de «esta nuestra comunidad», aunque eso es otra historia y deberá ser contada en otro post).

Como decía, he ido a retirar dinero. La cajera era una chica jovencita, con 25 años o menos. Novata a todas luces. Antes de entregarme el dinero lo ha contado dos veces. Me ha llamado la atención, y me ha parecido curioso, que lo contaba muy despacito. No al «estilo banquero», como si estuviera contando hojas de papel, sino con aquella falta de costumbre que tenemos los que vivimos de cobrar una nómina: pasando los billetes de la mano a la mesa, uno a uno, chasqueando los dedos para que no se traspapelasen. Veinte billetes de cien euros por aquí; diez de veinte por allá. En total, dos mil doscientos euros. Tan despacio los ha contado que incluso a mí, que seguía sus movimientos detenidamente desde el otro lado de la ventanilla, me ha dado tiempo a contarlos también. Como ya he dicho, los ha contado dos veces.

El caso es que, una vez en casa, a eso de las 20:00 (el banco lo cierran a las 19:45), ha sonado el teléfono. Era una voz de hombre. Transcribo la conversación:

Lillo: ¿Síiiii...?
Cajero: Buenas, ¿es usted Lillo?
L: Sí.
C: Le llamamos de Caixa Laietana. Ha hecho usted un reintegro esta tarde, ¿verdad?
L: Sip.
C: Mire, es que tenemos un descuadre. ¿Me puede decir qué cantidad ha retirado?
L: 2200 leuros.
C: Perfecto. ¿Y en qué billetes se lo han dado?

(he vuelto a contar los billetes, aunque no hacía falta, porque ya había visto cómo los contaba la chica)

L: 20 billetes de 100 y 10 billetes de 20.
C (con resignación y cierto aire de desconfianza): Ya... (pausa incómoda de 1.5 segundos) bueno, muchas gracias. Adiós.
L: Adiós.

Me ha quedado una sensación extraña y he sentido un poco de lástima por la chica. Sé que el descuadre no se ha producido en mi transacción, porque la chica me ha dado la cantidad correctamente, y la anotación en la cartilla también es correcta. Pero fijo que se las va a cargar por ser la nueva.

Pensándolo fríamente, me doy cuenta de que tal vez sospechan que yo soy un jeta y me he quedado con más pasta de la cuenta (y tal vez me pueden poner en algún tipo de lista negra), pero la verdad es que me la sudaría... sino fuese porque no puedo dejar de pensar que la niña se la va a cargar. Me consolaré pensando que tal vez se ha equivocado con otro cliente (cosa que me parece harto difícil, vista la minuciosidad con que cuenta los billetes).

Moraleja: dicen que trabajar en un banco es un chollazo. Pero por nada del mundo cambiaba yo mi curro por el de cajero.

Por cierto, cuando hablan de «descuadre», doy por hecho que les ha faltado dinero. ¿O alguno de vosotros cree que en los bancos se ponen a llamar a los clientes cuando les sobra dinero? Hombre, por Dios. ¡Que los Reyes son los padres!