21.11.05

Los miserables

Me encuentro enfrascado en la lectura de Los miserables, de Victor Hugo.


Para daros un poco de culturilla, os diré que es una obra enmarcada en el romanticismo, como Frankenstein de Mary Shelley.


A pesar de ser un tocho increíble (1600 páginas en 2 volúmenes), y teniendo en cuenta que no he leído aún ni la cuarta parte del total, ya he llegado a la conclusión de que es muy recomendable.


Su autor critica los males de la sociedad de mediados del XIX, que son, según sus propias palabras,


...la degradación del hombre en el proletariado, la decadencia de la mujer por el hambre, la atrofia del niño por las tinieblas...

O sea: la explotación laboral, la prostitución y la falta de escolarización. La pobreza (la miseria, de ahí el título) es un tema recurrente en toda la obra


Lo que me ha impulsado a escribir un post sobre este libro ha sido un fragmento que me dejó pensando que, al fin y al cabo, el mundo no ha avanzado demasiado desde el siglo XIX, al menos en las cosas fundamentales.


El fragmento al que me refiero habla sobre la llegada de un buque de guerra averiado al puerto de Tolón. Como recibimiento al Orión, que así se llama el barco, donde por lo visto llegaba algún pez gordo, se realizan once salvas (once cañonazos), respondidas una por una desde el barco.



Este buque, incluso averiado como estaba, porque el mar lo había maltratado, hizo un gran efecto al entrar en la rada. Llevaba no recuerdo qué pabellón, que le valió un saludo reglamentario de once cañonazos, devueltos por él, uno a uno; en total: veintidós. Se ha calculado que en salvas, cortesías reales y militares, intercambio de alborotos corteses, señales de etiqueta, formalidades de radas y de ciudades, salvas hechas diariamente por todas las fortalezas y todos los buques de guerra al salir y ponerse el sol, a la apertura y clausura de los puertos, etc., etc., el mundo civilizado gasta en pólvora, cada veinticuatro horas, ciento cincuenta mil tiros de cañón inútiles. A seis francos el tiro, importan novecientos mil francos al día, trescientos millones al año, que se convierten en humo. Esto no es más que un detalle. Entretanto, los pobres se mueren de hambre.

Ah, por cierto. Absteneos los que no pudisteis terminar El señor de los anillos por las largas descripciones de batallas: en Los Miserables hay una descripción de la batalla de Waterloo que ocupa más de 50 páginas (no tan emocionante como las de Tolkien, eso sí).

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