
Hace un par de semanas que me di de alta en Last.fm. Conocí este servicio raíz de un comentario que alguien hizo durante el Copyfight.
El funcionamiento de la web es el siguiente: primero te das de alta, y luego configuras tu reproductor multimedia (hay varios soportados, entre ellos el amarok, que es el que yo uso) para que cada vez que escuchas una canción envíe el título y el artista a la web de Last.fm.
En la página de tu perfil se van generando varias gráficas con tus "greatest hits" (qué artistas escuchas más, con qué frecuencia...). Pero eso es lo de menos porque, cuando ya has escuchado un número suficiente de canciones (unas 100), empieza lo bueno.
A partir de tus preferencias, se te muestran enlaces a tus "neighbours", que son otros usuarios que tienen preferencias parecidas, pudiendo ver qué están escuchando en ese momento, o qué artistas que tú no conocías les gustan a ellos.
Tienes acceso a las "Featured stations", que no son ni más ni menos que emisoras de radio que se generan medida para tí, según tus preferencias musicales (también puedes escuchar las emisoras de tus neighbours o de cualquier otro usuario). Esto no lo he podido probar aún, porque hay que instalarse el cliente de streaming de Last.fm, y aún no existe la versión para Linux 64 bits.
¿Dónde está el negocio de Last.fm? se preguntaban en el Copyfight. No recuerdo la respuesta, pero a la vista de que no parece un negocio basado en publicidad (al menos publicidad directa), se me ocurren las siguientes posibilidades:
- Cobrar a las discográficas por recomendarte más a sus artistas.
- Cobrar a las discográficas por reproducir sus artistas con más frecuencia en tu emisora de radio.
- Vender estadísticas y estudios de data mining (o porqué en los supermercados la cerveza y la pizza están cerca de los pañales de bebé... cosas de la informática... no me hagáis caso).
Bien, vale ya de publicidad gratuita. A lo que yo quería llegar es precisamente al título del post. Al voyeurismo, vamos. Y es que este tipo de servicios fomentan dos vicios inconfesables que tenéis todos (panda viciosos...).
Uno es el del voyeurismo musical: ¿qué estará escuchando ahora menganito? La verdad es que sólo tiene morbo si conoces en persona a la persona a la cual estás "espiando" sus preferencias.
El otro vicio es el exhibicionismo musical: ¡mirad qué cool soy! ¡sólo escucho las últimas tendencias en drum & bass y en soft-cloudy-lounge-chill-out. Claro que, para que esto surta efecto, tendréis que acordaros de activar el plug-in Last.fm en el reproductor cuando escuchéis música de calité, y acordaros de desactivarlo cuando escuchéis reggaeton, pillines, para que Last.fm no se chive de que "¡a ella le gusta la gasoliiiiinaaaa!".
Y una vez dicho todo esto, hago uso de mi exhibicionismo musical (sin cirugía, palabra) y desnudo mi alma.